12 mayo 2009

El reino de la contradicción.

Lo de este gobierno empieza a ser de traca. Nuestro presidente está haciendo todo lo posible para que, en vez del debate del Estado de la Nación, se hable de otras cosas. Como siempre. Primero fue el cambio de gobierno. Luego las reuniones, con más o menos sentido, de los nuevos ministros, ya fuera entre ellos o con otros cargos autonómicos. Y para terminar, la traca final. La ley del aborto, la píldora del día después y el incentivamiento de la natalidad. El Ministro de Trabajo dice que hay que asegurar el sistema de pensiones en un futuro con la nueva mano de obra que tiene que salir tras nueves meses de embarazo. Pero resulta que, mientras este tío dice ello, las ministras Niñata y Sonrisas, acuerdan que la píldora del día después se va a vender en farmacias, sin receta y sin límite de edad. Así, una pedorra quinceañera, que ha visto demasiadas películas juveniles, puede ir, el día después de echar un casquete con su ligue de turno, a la farmacia, armada sólo de 20 euros, y comprar la pildorilla de marras. Pero claro, puede que sea tarde. Pero ahí tampoco hay problema ya que la ministra Niñata se encargó en su momento de decir que una niña de 16 años podía abortar sin el consentimiento de los padres. Ya me dirán como va a aumentar la natalidad. Ese es el debate que se tiene en la calle. La gente habla y defiende una postura. Otros, la contraria. Unos se manifiestan. Otros hacen lo mismo criticando el porque se manifiestan. Y mientras, la economía se hunde. Pero no se habla de ellos porque hay otras cosas pendientes y candentes. Es más, a mucha gente le interesará más lo que se pueda hablar de la final de la copa del Rey que del famoso debate. Aunque todos los periódicos de mañana abrirán sus portadas con las propuestas del presidente para salir de la crisis. El famoso "Vamos a hacer ..." mezclado con el menos socorrido "Ustedes no hicieron ..." o "Ustedes hicieron aquello ...". Es decir, más palos de ciego. Es normal. No ve. No es que no vean la luz al final del túnel porque no ven la salida. No vieron cuando llegaron la puerta del mismo porque no llevaron linternas. Y no lo hicieron porque tenían que ir de chulos, como iba su antecesor. Es como aquel paisano de Gila que en la prueba de romper una piedra a cabezazos, iba de chulo y embastía sin boina. Así les ha pasado. y ahora van palpando las paredes mientras andan, despacio, eso sí, por el interior.
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