27 diciembre 2006

Malos humos con la ley?

En cuatro días, la ley antitabaco cumplirá un año. A mi entender, claro está, ha resultado un auténtico fracaso. Las sucesivas medidas que se han ido aplicando, no ya para reducir, sino para erradicar el consumo de tabaco en la sociedad, han salido mal. La idea era que los fumadores vieran tan negro el panorama que pensaran que el fumar como algo desagrable a los ojos de los demás. Antes, uno era mayor cuando empezaba a fumar. Estaba socialmente aceptado como tal. Es más, el primer síntoma de emancipación de la mujer era que fumara. Los hijos de esa generación, por lo tanto, veían normal el fumar ya que sus padres lo habían empezado a hacer jóvenes. Pero ahora, este gobierno, como lo quiere llevar todo al extremo, busca que esa aceptación social que tenían los fumadores a ojos de los demás, se convirtiera en algo así como algo proscrito. Hacer que la gente pensara que un fumador era algo así como un delincuente. Algo así quieren hacer con la gente que va a comer hamburguesas. El tabaco no mata. Lo que mata es el exceso de tabaco. Se ha querido prohibir el consumo de tabaco en los bares. España, un país en el que no se concibe un pueblo sin un bar, hay una cultura crerada al rededor de los bares. Alcohol y humo. Es más, he oído a gente que, sin haber fumado un sólo cigarro en todo el día, entraban al bar para tomarse la caña de rigor antes de volver a casa e, instintivamente, se echaban mano al paquete de tabaco. Por eso en la mayoría de bares que conozco (sólo he estado en uno en el que se prohibía), se permite fumar. Y, salvo en los restaurantes, sólo he estado en un local en el que se diferenciaba zona de fumadores y de no fumadores. Fumadores de pie y con mala visión de la televisión y no fumadores sentados. Y muchos de los bares que a principio de año había prohibido el uso del tabaco, han tenido que dar marcha atrás para no perder clientela. Yo no fumo. Mi carrera como fumador empezó y acabó en el instituto con catorce años. Muchos compañeros de clase habían pasado de no fumar a compartir cigarro durante primero de BUP. Y en segundo, ya era la compra de un cigarro para cada uno. yo nunca lo vi una cosa fuera de lo normal. Pero como no quería sentirme desplazado, pues probé. Me dije que si era capaz de darle cuatro o cinco caladas seguidas a un cigarro, sería capaz de fumar. A la tercera, el humo se me metía tras los cristales de mis gafas y sólo conseguí que me cayeran unos lagrimones de aupa. Y como siempre me ha gustado ser fiel a mi palabra, noi he vuelto a fumar. Creo que ni siquiera le he dado una calada a un cigarro desde entonces. Pero me solidarizo con los fumadores. pero más que con ellos, con la gente que vive del tabaco. Los que recolectan la hoja, los que la trabajan, los que venden el tabaco. De esa gente nadie ha hablado. Si se quiere limitar hasta límites extremos el consumo del tabaco, ¿qué va a ser de esa gente? Me sorprende que la gente vaya por ahí diciendo que los fumadores son insolidarios e intransigentes. No señor. Hay de todo. Si alguien va fumando por la calle, entra en un local donde no se puede fumar y por descuido no apaga el cigarro, seguro que más de uno y más de dos se le tirarán al cuello. Pero nadie mira mal a un no fumador que se queja del humo en un bar. Como mucho, le dirán que en ese local está permitido hacerlo. Cada vez se restringe más el tema de la publicidad de tabaco. Las grandes marcas patrocinaban equipos y eventos deportivos. Ahora, muchos de esos patricionios han sido sustituidos por marcas de licores. Debe ser que como no existe la figura del bebedor pasivo ...... Pero un tío que ha estado fumando en su trabajo como un carretero vuelva a su casa en coche y no genera peligro (salvo que él sea un peligro conduciendo) y otro, que durante el mismo período de tiempo, se haya bebido hasta el agua de los floreros, puede liar la de Dios es Cristo en la carretera. Se que no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero me sirve para ilustrar la estupidez de una ley estúpida. Y todavía hay gente que demanda a las empresas tabaqueras. Y lo peor es que ganan los juicios. Como la mayoría de las adicciones (no se si todas), la potestad de dejarlas a una lado, está en el mismo sitio que la de cogerlas de nuevas o retomarlas. En la cabeza. En la fuerza de voluntad. Sé de gente que lo ha intentado dejar. Incluso que ha estado semanas, meses y hasta años sin tocar un cigarro. Y han vuelto. También conozco un caso en el que el tío dijo un domingo por la noche que se fumaba el último cigarro. Y no ha vuelto a tocarlo. Y hace más de un año. Los libros y las terapias sólo ayudan si crees que te van a ayudar. Si no, sólo sólo una pérdida de tiempo. ¿Se va a dejar sólo el encender el móvil cuando salimos del cine? ¿Qué vas a hacer en la cama mientras él o ella se ducha tras un buen revolcón? ¿Qué va a ser de la imagen del detective con gabardina y sombrero?
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