05 julio 2017

2009.

Se sabe que algo que termina empezó en algún momento. También se tiene conocimiento de que si algo tiene un principio, terminará en algún punto. Así es la vida. Así es la crisis. Supuestamente, en la que estamos inmersos, de la que, también supuestamente, también estamos saliendo, empezó a "dar sus frutos" en ese año. Ahí empezó aunque no sabemos cuándo acabará. Cuándo y cómo que éste también es importante. Pero como el cómo no va con el tiempo, lo dejaré de lado. Al menos por aquí. La recuperación empezó de la misma manera que la crisis. No se sabe ni cómo ni cuándo pero lo hicieron. Y, como escribí antes, acabarán.
Toda esta charla viene por los datos del paro que se han conocido la semana pasada. Es conocido el hecho de que en verano, el empleo sube. Poco o mucho, pero sube. Eso hace que, lógicamente, el paro baje. Pero lo que ha llamado la atención es que, según dice el gobierno, los datos son de antes de empezar la crisis. Y puede que sea verdad que haya algo más de 3.300.000 parados. Bueno, parados no. Apuntados al INEM, que para mí siempre será así. Por que, al igual que yo en una época del siglo pasado, habrá gente que no se apunte. No sé realmente desde cuándo se tiene registro del número de gente que trabaja o no pero, supongo, sí de la Seguridad Social. La cosa es que hace 50-60 años no era igual el mercado de trabajo. Al salir del colegio, quien no quería estudiar sabía que tenía que trabajar sin que nadie se lo dijera. Así tenía para sus gastos. Ahora se espera sentado a que le venga algo volando. No a todos, claro. Ni de un lado no de otro. Antes el chaval entraba donde fuera, generalmente porque el padre, el vecino, algún familiar o amigo, trabajaba en algún sitio en el que se necesitara alguien para hacer recados, mover cosas o lo que fuera. Siempre se empezaba desde abajo porque, además, era algo que se había oído muchas veces. En cambio, ahora se espera entrar lo más arriba posible porque parece que no gusta eso de recibir órdenes. Durante el siglo pasado, ese tipo de trabajos los cogían los que venían de fuera pero ahora, o los coges o lloras porque no te sale nada. El mercado laboral no está bien. ¿Y porqué? Muy sencillo. Se busca la especialidad. Me sale más barato buscar gente de fuera para un trabajo concreto, que van a dar resultado, prácticamente, desde el primer momento, que gente de dentro que, a menos que la estés preparando con tiempo, no sabes si te va a rendir. Ese trabajo puede durar un día, una semana, un mes, .... lo que sea. Un contrato de cierta duración donde el trabajador depende, no de la empresa donde se realiza el trabajo, sino de la empresa que le contrata a él, lo que puede hacer que en un momento le quiten y pongan a otro. Lo bueno es que si el trabajo se hace bien, rápido, limpio y sin problemas, de gana cartel. Lo malo es que si no es así, lo trabajadores son malos. A mí me pasó una vez en la que una ETT me llamó para tres proyectos. Antes ésto no pasaba. Según las épocas, uno, dentro de la misma empresa, hacía diferentes labores. Ahora, en vez de que una persona haga varias cosas, cada cosa la hace una persona. Sólo uno gasta, la empresa que contrata pero todos deben ganar. Ellos mismo porque les hacen el trabajo, la contrata porque gana clientes y el trabajador porque, por poco o mucho tiempo, tiene trabajo. Lo malo de todo es el sueldo. En los últimos cinco años y medio he tenido el mismo sueldo que las últimas nóminas que cobré en pesetas. La gente tiende a ajustar precios y, si quieres trabajar, pues a comer lentejas.
Volviendo al tema de los trabajos temporales, de toda la vida de sabe que hay épocas en las que se necesita más gente, generalmente verano, navidad y algún evento importante. De toda la vida se sabe que hay gente que trabaja en algo nueve o diez meses luego se va a esos sitios donde hace falta personal. De toda la vida se sabe que también hay gente que está en todas esas épocas. Pero antes, si esa gente estaba apuntando a una empresa, podría tener un contrato cobrando por lo trabajado. Pero ahora, seguramente serán tres contratos. Y eso es lo que cuenta según parece. Contratos firmados. ¿Es buena cosa que se hable de contratos firmados cuando una persona ha podido firmar más de uno? Porque a la hora de hablar de las cifras del paro, no siempre hablan del número de contratos extinguidos. Yo, aunque sólo es una opinión, hablaría en enero, a la hora de hacer balance, no sólo de los contratos firmados y de la diferencia entre la cifra del año que acaba de terminar y de la anterior sino de gente. La gente que firmó más de un contrato y la que sólo tuvo uno. La gente que seguia indefinido y la gente cuyo contrato sólo duraba ese año. Contratos de seis, tres, un mes o menos. Así se vería cómo se mueve el mercado de trabajo de verdad. Presupuesto que las empresas dedican al empleo. Cuánto gastan en contratar, ya sea gente o empresas. Todo son cifras. Impersonales. Sosas. Sin vida. Necesitamos cifras de verdad. Que digan algo. Que expresen. No es tan difícil. Sólo hay que dejar de tener miedo a quedar mal. Es más, igual queda bien. Igual tienen que trabajar en ello. Igual tienen que contratar a alguien para que lo haga. Igual.

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