05 febrero 2020

Campo.

Todo lo que termina tuvo un inicio de la misma manera que todo lo que empieza tiene un final. Parece lo mismo pero no lo es. El primer caso tiene fechas de inicio y final pero en el segundo el final llegará pero no se sabe. No es lo mismo pero se pueden aplicar a temas iguales.
Por ejemplo, uno de esos temas es el campo. Tanto la familia de mi padre como de mi madre son de campo a diferencia de muchos de lo que hablan de él. Podría tomar como ejemplo la gente que ha venido a vivir al pueblo de mi madre, gente tan conocedora de costumbres que pasean a sus perros dentro de sus jardines que no son pequeños y que no se más que entre ellos en sus asambleas. Pero eso es otro tema.
Campo es eso sitio de donde se sacan frutas y vegetales ya sea desde la propia tierra o desde plantas que crecen en la tierra.
El campo es todo lo que está fuera de la ciudad (hay muche -puesto adrede- gente que pensó, piensa y pensará eso).
El campo es un sector laboral castigado por la creación y destrucción de empleo pero del que sólo se acuerda la gente y las catástrofes.
El campo es la vida. Así, para quien no quiere decir que una lechuga es muy cara cuando de la compra al tendero, hay que saber que este tiene que sacar beneficio al igual que quien se la la vende a él. Y este la obtiene de una cooperativa, comercial o no (no estoy seguro de que haya de ambos tipos pero del segundo, sí) pero a quien más le importa el beneficio obtenido es a quien dobla la espalda para recogerla. Tiene arar, plantar, cuidar y recoger lo plantado. En siglos pasados cambiaba eso por otros productos aunque ahora no le vale, como mucho, lo comido por lo servido. Eso es lo que hay que cuidar. Un coche no puede ser cuidado si no hay ruedas. A menos que no se vaya a mover. Y no siempre.
La base. El campo es la base. Es lo que hay que cuidar. Es quien se manifiesta. Es eso y no el precio de la lechuga que el comprador paga.

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