25 febrero 2009

Acoso y derribo. Pero, ¿por quién?

Unos dirás que se ha ido. Otros, que le han echado. Unos dicen que ha dimitido. Otros, que le han dimitido. Pero sólo hay una cosa clara. Tenemos nuevo ministro de Justicia. Lo que más gracia me hace de todo es lo hipócrita que puede llegar a ser un partido con su gente. Nadie le traga, sobre todo después de la famosa cacería pero el otro día, todo el mundo aplaudiéndole y vitoreándole. Aunque claro, podía ser en plan "Mira el tonto que bien se lo pasa". Se cambió al ministro porque el anterior se iba a presentar a las elecciones canarias. López Aguilar era un tipo tranquilo. Soso. Sin carácter. Pero tanquilo. Bermejo llegó con la aureola de beligerante. Intransigente. Y siempre con la tontería y la gracia en la boca buscando el titular de determinados medios de comunicación. En su rueda de prensa dijo que se iba porque estaban usando su proyecto para atacarle. Pero no me pregunto. Proyecto. Proyecto. ¿Alquien del PSOE sabe lo que es eso?. La Justica estaba atascada. No se ha ehcho nada para resolverlo. Los jueces se declaran en huelga. El sistema de archivo sobrepasa lo humano y lo divino. No se tiene comunicación informática. Este señor ha estado dos años en los que lo único que ha hecho es servir de tapadera para que su jefe no sea el centro de la polémica por el asunto que sea. Y caundo no era él, era la ínclita Maleni. Para eso ha servido Bermejo. Para dar por perdidos dos años. Y todo el gobierno que se jacta de ser dialogantes. Es más, todas las posibles reformas del Código Penal que se han podido plantear, siempre han sido por otras inicativas. Las que le mandaba su jefe. Porque anda que la madre de Sandra Palo no lelva tiempo luchando porque se cambie la ley del menor. Pero no. Tiene mas repercusión el caso de Mari Luz o el de Marta del Castillo, casos en lo que, cuando los ponentes se han reunido con el presidente de nuetro gobierno, nunca se ha contado con la presencia del ministro del ramo. Debe ser que mi para eso valía. Pobre. Pero ha ganado en tranquilidad. Ahora puede dedicarse a sacarse la licencia de caza para Andalucía. Pero pierde también parte de esa protección que tiene un ministro. Gana también Zapatero, porque se quita de enmedio a alguien que era impopular entre sus compañeros de Legislativo. Aunque también pierde porque era uno de sus minitros escudo. Y por las mimas, también gana y pierde el partido. Gana el PP. Pero gana una batalla, no la guerra. Aunque también pierde. Aunque menos. Porque siempre le quedará Garzón.
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