02 junio 2017

Más limpio, menos sucio.

Como se puede suponer, y si no lo digo yo, el título del artículo sale del dicho "No es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia". Hay gente que piensa que es lo mismo. Ambas combinaciones son fruto de comparar algo.
Pero aunque la gente piense que es lo mismo, realmente no lo es porque la limpieza viene después de la suciedad (no tiene sentido limpiar si no ha nada sucio) y la suciedad, después de la limpieza aunque aquí si se puede ensuciar más. Eso sí, ambas cosas las debe hacer alguien. Hay otra diferencia que, para mí, es ls más importante. El limpiar es, básicamente, una obligación aunque haya gente que no le importe vivir sin limpiar como los que padecen síndrome de Diógenes, mientras que el ensuciar es más un acto de civismo. Sobre todo en lugares públicos. ¿Y porqué? Porque no cuesta mucho tirar la cajetilla vacía de tabaco a una papelera al igual que la publicidad que dejan en el parabrisas del coche. Es posible que tenga la suerte de que pongan una papelera al lado de mi coche. Lo de las colillas, pase. Pero las cagadas de los perros, no. Cada vez que veo una me acuerdo del episodio de El tío la Vara dónde "enseñaba" al dueño de un perro a recoger los excrementos del animal. Eso es civismo. El pudiendo ensuciar, no hacerlo. Porque imagina que vas andando por la calle y pisas una caca de perro o te resbalas con un papel. Que seguramente no pase. Pero, ¿y si sí? Porque eso es lo que a uno le hace pensar en la falta de civismo. El y si sí. De todas maneras, por muy cívicos que fuéramos, siempre hay algo que termina en el suelo. Y ahí entran en juego los que limpian las calles. Esa gente que, quitando los porteros o los dueños de comercios que dan a la calle, son empleados públicos, ya sea directa o indirectamente. Eso quiere decir que cobran, directa o se indirectamente, de nuestros impuestos. A uno le pagan por hacer su trabajo. Sino, se le despide. En Madrid estamos esperando que el Ayuntamiento empiece ese período de seis meses en el que dijo que iba a acabar con la suciedad en la capital. Claro que, como se supone que, al ser de izquierda, debe ocuparse de los derechos sociales (más de unos que de otros, por supuesto) y eso puede haberlos hecho pensar que si se acaba la suciedad, habrá que despedir a gente que se quedaría sin trabajo. Cómo ahora pero sin contrato ya que siguen cobrando del estado. Pero ellos no tienen la culpa de ésto. Los mandatarios municipales, no es que no quieran rescindir contratos por la razón que sea, no. Es que si sigue el tema como está podrán seguir echando la culpa al gobierno anterior. Que no digo yo que no la tenga, no. Claro que, tengo contactos feisbuqueros que piensan que sólo hay dos posturas: la suya y la equivocada, radical y extremista. Por eso soy mala persona (dicho finamente) por recordar cierta promesa electoral que hizo cierta mujer a la que metieron en un marrón que resultó más grande de lo que pensaban sus jefes.
Pero bueno, a la que voy. Madrid está sucia. ¿Quién la va a desensuciar? El desensuciador que la desensucie, buen desensuciador será. Pero como todo, el desensuciador será elegido a dedo para ocupar un sillón en un despacho y estar todo el día jugando y revisando que sus barrios si estén limpios.
Y tras ésto, paso el plumero por mis neuronas aunque poco ya que no las ensucio por lo que están limpios. Y luego lo guardo. Otros lo dejan a la vista. O se le queda. A ver si van a pensar que tengo la mente sucia.

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