12 marzo 2018

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Hay muchas veces en las que sale en las noticias que España es el líder en trasplantes. No sé si en órganos, en número de operaciones o en ambos. Creo que somos líderes, que estamos a la cabeza de esta lista tan enorme, placentera y desinteresada, desde que Jordi Hurtado era joven.
Que alguien decida donar sus órganos (yo lo haré porque no sé de qué me van a valer mis riñones, pulmones, corazón, hígado, etc, etc, ... cuando me muera) me parece algo de una solidaridad tremenda. Hacer que alguien pueda tener una nueva oportunidad cuando ya no se puede sacar rédito de ello. Cuando se habla de ésto en la tele siempre se toma como protagonista a gente que ha sido trasplantada hace 10, 15, 20 o más años. En una época en la que los avances en la cirugía no eran tantos como ahora aunque, según he oído y leído, los cirujanos si eran tan buenos como los de ahora. También hay noticias de un familiar que dona un riñón o un trozo de hígado a alguien de la familia. El caso es que la persona que recibe el trasplante está eternamente agradecida a quien le ha permitido aumentar el tiempo de vida.
Esa gente que habla de la vida que ha tenido desde que se realizó el trasplante cuenta que, salvo revisiones regulares, que es algo lógico, han intentado llevar una vida lo más normal posible. A uno no le gusta que le estén compadeciendo por llevar un órgano de otra persona. Parece que, al igual que a los minusválidos o retrasados (dicho con todo el respeto del mundo), se les tiene que mirar y tratar de otra manera. Como jarrones de cristal que al menor golpe se pueden romper. Pero a ellos eso no les gusta.
Una de las cosas que vemos estos días son las noticias de los Juegos Paralímpicos de Invierno. Claro que sólo vemos las ceremonias de inauguración y clausura y la obtención de alguna medalla. Pero al igual que pasa con estos atletas, pasa con la gente que recibe trasplantes. Algunos podrían ser deportistas, más o menos practicantes. Otros, como pasa en muchos casos paralímpicos, se han cogido al deporte para no decaer y sentir ese instinto de superación que, a veces, los que no tenemos ninguna de estas "pegas", por llamarlas de alguna manera, nos falta. El órgano trasplantado tiene que funcionar como un órgano sano. Y el deporte es una forma de conseguir que se mantenga en forma (y nunca mejor dicho).
Todo ésto viene, aprovechando las Paraolimpíadas, para hablar de los Juegos Olímpicos para personas trasplantadas. Nunca había oído hablar de ellos. Es más, pensaba que el deporte lo harían de forma controlada, compitiendo en algunas de las múltiples categorías que hay en las diferentes disciplinas. Sobre todo en las que se requiere mayor esfuerzo físico como atletismo o natación. Pero sí. Existen. Y los próximos se van a disputar en España. En Vitoria más concretamente. El año que viene. Y una muy buena amiga, alguien muy querida está encargada de participar en la organización del evento. Así que la he dicho que iba a dedicar un artículo a ello.
En más de una ocasión he dicho, y diré más veces, que sólo se sabe lo que se oye, se ve o se lee. Si no, no existe. En cierto modo es normal. Si se cae un árbol y no se oye, ¿realmente se ha caído? Si pero igual nadie lo ve nunca. Algo parecido pasará con ésto. Al igual que con otras muchas cosas que a nadie le parece lo suficientemente importante como para que se le de más cobertura que la del ambiente que rodea al acto. Por eso es bueno que, de vez en cuando, haya cosas de éstas minoritarias que tengan un momento de gloria para que, al menos una persona, sepa que existen este tipo de competiciones.
Creo que, con que una persona lo vea, lo lea y lo comprenda, ya es una persona más de las previstas. Es una forma de compartir ese espíritu de superación que tiene esa gente que puede que, de no ser por alguien, podría no estar o, si estuviera, no tan bien como ahora. Eso les hace ver la vida de otra manera. Esos dos días que tenemos para vivir, ellos lo hacen de forma intensa. Y el deporte es una de esas formas intensas. No creo que en esos Juegos, esa superación sea, no tanto superar a otros atletas de otros países sino de mostrar al mundo que, esa superación, la tienen. Cada día. Y cada día hay que superarla.
Suerte en esa organización aunque intentaré estar al tanto y sin descartar el volver a escribir sobre ello.

A ver porqué.

Hay muchos temas que están ahí pero de los que se suele hablar de refilón (de muy refilón a veces) porque siempre hay cosas más importantes para hablar. Aunque no les llegue a la altura de la suela a las otras cosas, eso sí. Pero alguien decide que lo son. Hasta que llega algo y lo cambia. Eso que estaba escondido, sale. Puede que con fuerza. Pero sale que, más que de lo que trate, es lo importante. Opino eso por la sencilla razón que las cosas existen si se hablan de ellas.
Y después de la charla de inicio, todo ésto viene a la raíz del debate sobre la prisión permanente revisable. Es un debate que sale de vez en cuando al haber algún caso llamativo. Hace unos meses fue por la detención del asesino de Diana Quer. Se habló de ello por todo lo que rodeó al caso. Ahora ha vuelto, de momento con menos impacto en la sociedad, con el caso de Gabriel Cruz. Entiendo que según vayan pasando las horas, el debate irá aumentando. Pero por que es un niño y es algo sobre lo que se incide siempre que hay una catástrofe, sea del tipo que sea. La falta de recursos para defenderse es lo que llama la atención. Pero, a fin de cuentas, ambos casos tienen un mismo principio y un mismo final. Por lo tanto son iguales y deben ser tratados igual. No importa quién es el agresor y quién la víctima. Hay un asesino y un asesinado.
Pero resulta que hay gente que dice que esa pena no impide que haya ese tipo de delitos. ¿Hay alguien que piense que, por haber código penal no habría delitos? Sí, ya lo sé. Reformulo la pregunta. ¿Hay alguien que piense que no habría delitos si el código penal se aplicara como debe? Pues no lo hay. Y quien lo crea es que vive en un cuento. Ensañarse con alguien que, encima, no puede defenderse no puede ser tratado con el mismo baremo que alguien que le pega un tiro a otra persona para robarle o por encargo. Son asesinatos ambos pero el comportamiento varía y mucho. Igual que el delincuente en serie (al que se le pone nombre siempre para diferenciarlo de otros), que se ensaña con la sociedad.
Pero bueno, hoy es el debate y a ver que exponen unos (los amigos de los etarras) y los otros (los veletas y los que, de una manera u otra, están a favor). Me gustaría saber como reaccionarían los que están en contra si alguien cercano a ellos sufriera un Mari Luz Cortés, un Diana Quer o algún caso parecido.
Sólo hay que esperar a que la deroguen, con los padres mirándoles y riendo por ganarle al PP que, a fin de cuentas, por desgracia, es de lo que se trata.

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