12 mayo 2008

El buen torero

Hay toreros de leyenda, al igual que hay ganaderías de leyenda. Mihura, Victorino, ... Éstos son sólo dos ejemplos de ganaderías que, por si sólas, llenan una plaza sin importar quien torea. Claro, que estas corridas son para gente con nombre. Se da por hecho su bravura y su planta. Buenas hechuras en general. También se supone que no sean fáciles de lidiar pero, si se logra una gran faena, todo el mundo hablará de ese gran toro, de ese gran torero y de ese gran trabajo. Se entiende que una ganadería nueva nunca sabes por donde te va a salir, igual que un torero nuevo aunque hubiera apuntado como novillero. Y poco a poco le vas cojiendo el truco para sacar la mejor faena posible. El buen torero sabe como debe lidiar el toro según le ve reaccionar a los diferentes pases. Y ese torero cada vez a más, porque intenta cosas nuevas. Si le salen, las sigue usando y mejorando. Que no, pues a otra cosa, mariposa. El mal torero, en cambio, se dedica a copiar los movimientos del bueno, sin fijarse en el toro lo más mínimo. ¿El resultado? Revolcón tras revolcón. Pues algo parecido es la economía de un país. El torero es el ministro de economía o la política económica del gobierno. El toro, la economía en si. Cuando hay crisis, el toro es muy bravo y las políticas han de ser firmes para torear los diferentes envites y problemas que la lidia puede llevar y levantándose tras cada revolcón. Y, por supuesto, viendo en donde se ha fallado para no cometer ese error de nuevo evitar otro revolcón. Durante los dos gobiernos de Aznar, el torero salió airoso antes las fuertes embestidas porque se había visto como se toreaba en las dos últimas temporadas. Y aunque el toro tiró buenas embestidas, el torero de turno fue solventando la papeleta como si aquello fuera fácil. Pero resultó que con eso fue con lo que se quedó el mal torero que vino después. Que aquello no debía ser muy complicado. Pero resultó que si lo era. O su apoderado así lo vió y cambió de espada. A aquel lo tenía para torear en otra plaza de la que salió corneado y malherido. Pero claro, si sale así de esa otra plaza (Madrid), como hubiera salido si no le cambian. El apoderado (Zapatero), colocó como primer espada a uno que ya estuvo antes en ese puesto. Pero no se dió cuenta de que el toro con el que Solbes lidió ya no era el mismo, ni los años tampoco. Y así ha pasado. Da la impresión que estas corridas son como las de José Tomás. No hay cámaras. Así, sólo los que las ven, pueden opinar. Pero los que están, en su mayoría, son los que el torero, el apoderado y su cuadrilla quieren que estén, para hacer frente a los que van a poner en su crónica que la corrida se lidió muy mal. Nuerstra economía está en crisis. Pero la economía de las familias. A esas a las que no les suben los sueldos por encima del IPC. A esas a las que los alimentos básicos están empezando a ser casi de lujo. A esas a las que se les compra la materia prima a un precio irrisorio mientras les suben los impuestos. Esa es la corrida que hay que lidiar. No esa que dice que vamos a crecer más que la media europea, cuando la tasa de desempleo sube, cuando las hipotecas suben, cuando la gasolina sube, cuando el pan sube ... Y no se ve que el torero haga una faena para cortarle una oreja al toro. Pitos. Como mucho, silencio. Sin vuelta al ruedo.
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