10 abril 2008

Llamas

Hacía tiempo que no dedicaba una entrada a mi querido señor Saco (bueno, la de los toros es reciente, pero antes si había pasado tiempo). No ha abierto la boca ni cuando ha tenido que celebrar la victoria de quien ya sabemos en las elecciones o la derrota de sus odiados adversarios. Esta semana ha decido que era hora de hablar de algo que viene siendo noticia en las últimas semanas. La polémica del Tíbet y el hecho de que se esté utilizando el recorrido de la llama olímpica que presidirán los Juegos de Pekín este verano, para protestar contra la represión china. No se porqué, pero quiere dar a entender que un país como China, con sus graves problemas con el tema de los derechos humanos (doy por hecho que es a eso a lo que se refiere aunque no lo hace explícitamente), no es merecedor de organizar una competición que se basa y se ampxra en el respeto a los pueblos. Puede que tenga razón en el fondo de la cuestión, pero resulta que al deporte no le viene bien que se mezcle con él, la política. Porque, aunque a algunos les pueda parecer raro, la población del Tíbet no es asediada, humillada y perseguida desde hace quince días. Lleva pasando muchos años. Ya pasaba cuando Pekín fue elegida para celebrar los Juegos. Y en esa elección no preguntó el príncipe Alberto de Mónaco por la seguridad como hizo cuando se presentó Madrid para el 2012. Se calló como una puta. Porque a nadie le importaban un pimiento los tibetanos en ese momento. Pensaban en negocio, nuevos mercados, consolidación de una especie de capitalismo en el último reducto importante del comunismo (ya se sabe que en Cuba siempre se ha practicado el castrismo). La hipocresía de la gente no tiene límites. Sólo pretesta cuando sabe que le van a ver o grabar. Qué lástima.
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