26 febrero 2015

..., donde va la gente.

Desconozco si la gente que lee mi blog (si es que lo lee alguien) monta en metro y, si los que lo hacen, se bajan o suben en alguna estación con intersección de líneas. Si lo hacen, seguramente han visto y/o vivido lo mismo que voy a contar. Yo me bajo en Nuevos Ministerios por donde pasan las líneas 6, 8 y 10 además de conectar con Cercanías. Pues es llegar al andén, abrirse las puertas y ver a alguien que sale corriendo. De mis tiempos de usuario de Cercanías se que hay líneas que tienen fijas sus horas de paso y perder el tren significa esperar entre diez y veinte minutos o cambiar de ruta si es posible. Así que entiendo a la gente que sale corriendo camino de la Renfe. Pero lo que no entiendo es a los que lo hacen camino de alguna de las otras dos línea cuando no siquiera se oye que venga el tren. Pero lo malo no es que corran. Igual les gusta hacer deporte. Lo malo es que no miran y se pueden llevar (de hecho yo lo he visto) a alguien por delante. Y si los dos que chocan van corriendo pues el golpe es bueno. Porque se puede correr al andén porque se ve a gente salir de él lo que significa que el metro está allí. Eso si. Pero lo otro ... Me parece absurdo. Sobre todo cuando ves al que sale corriendo llegar al andén y empieza a mirar de un lado a otro como si el tren hubiera desaparecido. Y más absurdo me parece cuando ve que la gente que va subiendo al andén por las escaleras mecánicas o las convencionales tranquilamente. Y aún hay algo que me parece más absurdo. Los que ven a alguien correr e, inmediatamente, como impulsados por un resorte, empiezan a correr igual. Ahí, lo más gracioso es cuando el "corredor principal" gira y el imitador, que no sigue su camino, le ve girar. Entonces vuelve a su ser y regresa a la cadencia de paso que llevaba antes de salir escopetado. Dónde va Vicente ...?
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