21 junio 2017

Carta abierta a Amancio Ortega

Estimado Sr. Ortega.
No dudo que usted sabrá que, por alguna razón, la gente es envidiosa. Poco o mucho. Pero lo es. A veces es sana. A veces, no. Pero lo es. Se tiene envidia de quien tiene un móvil o un televisor como para no tenerlo de alguien con el éxito en la vida que ha tenido la suerte de tener usted. No quito que se lo haya currado. Supongo que igual que Pepe Barroso empezó vendiendo camisetas, usted empezaría desde abajo. A menos que fuera de familia acomodada y el negocio lo heredara. Sé que todo ésto podría saberlo navegando por Google pero prefiero suponer. Es más divertido. De usted sólo se habla cuando se habla de hombres ricos. Y ahí es donde viene la envidia. En mi caso, por ejemplo, envidio tener una parte de su dinero. Claro que como no lo tengo, me quedo con éso. De tenerlo, igual quisiera tener más. Aunque eso también lo quiere mucha gente. Pero se puede tener todo es dinero por lo legal o no. O por lo vago. Luego, la gente puede tener envidia por su dinero. No se cree que todo sea legal, que si las fábricas del sudeste asiático son casi cárceles y su trabajadores, esclavos. Yo no puedo decir ni que si ni que no porque no lo se. Esa gente tampoco pero como lo dice alguien  de confianza y/o usted no le gusta, pues lo toma como verdad absoluta.
Pero esta carta no es para hablar de su dinero. Bueno, si. Es para eso. En parte. Por que, realmente es acerca de lo que hace con él. De como lo gasta. ¿Y para eso escribirle una carta?, pensará más de uno. Cierto. La pregunta tiene respuesta fácil. Como le da la gana como todo el mundo. Pero a diferencia de mucha gente (o de alguna, nada más), usted usa su dinero para ayudar a la gente. Esa es la razón de la carta. Dona, porque así lo quiere, dinero para Sanidad. Pero no para que ellos se lo gasten en lo que quieran, no. Es para comprar aparatos para atender a gente que tiene cáncer. Y, como siempre pasa en este país, ha habido gente que ha puesto el grito en el cielo. Los de la envidia insana que, parece, está en contra del Gobierno. Eso según he leído. Habría que ver si esa donación se hubiera realizado hace seis años se hubieran puesto como se han puesto. Es más, me gustaría que algunas de esas personas que han puesto el grito en el cielo tuvieran algún familiar o conocido con cáncer y tuvieran que tratarlo con una de las máquinas que va a comprar. Pero tampoco tengo dudas de que gente de esa acudirá a la sanidad​ privada. Olé ahí. Pero como dije antes, usted tiene dinero y hace con él lo que quiere. Que podría dejarlo en un banco o invertir en valores seguros si es que los hay. O hacerlos en empresas radicadas en paraísos fiscales. Pero no. Ha decidido hacer algo por gente que padece una de las enfermedades más terribles que hay. Y por eso le aplaudo. A aparte de mí, mucha más gente.
Pero sólo le quiero pedir una cosa. Sé que esa solidaridad, que me suena mejor que generosidad, no la va a dejar. Pero acuérdese de los investigadores. Ellos tienen, parece, buena fama pero, a falta de dinero, usan las becas que les ofrecen fuera para hacer lo que les gusta intentado encontrar cura para enfermedades varias como para esa para la que usted ha donado dinero para comprar máquinas.
La gente debería acordarse de eso y no de la posición que ocupa en la lista Forbes. Parte de mi familia ha muerto de cáncer. No se si alguna de esas máquinas les hubieran salvado de haber vivido en esta época. En aquellas, cáncer era muerte. Sobre todo porque sólo se podía diagnosticar cuando no quedaba esperanza.
Le aplaudo. Le aplaudo y le animo. Usted puede. Y no solo puede sino quiere.
Un saludo.

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