02 febrero 2019

Sacar provecho.

Hace unos días leí en Facebook el comentario de una amiga sobre el tema del racismo. Lo primero que quiero dejar claro es que sé que hay gente que es racista. Pero no sólo en España o Europa. El racismo no es de blancos a la gente de otras razas. Éstas también son racistas. Pero claro, que una persona subsahariana mire por encima del hombro a una persona blanca o asiática no es noticia. Es más, al igual que pasa con los musulmanes hacia los judíos o cristianos, hasta se acepta porque es parte de su cultura.
Bueno, a lo que iba. Una mujer iba a entrar en un autobús con un patinete. Para quien no lo sepa, los autobuses tienen lugares reservados para que se vaya con silla de ruedas o con carritos de bebé, lógicamente ocupados. Pues bien, el conductor, haciendo caso a las normas, la dijo que tenía que cerrar el patinete a lo que la mujer se negó. Al parecer no era la primera vez que se lo había dicho. Las normas son las normas para todos, sean de donde sean. El caso es que la mujer impedía que el autobús siguiera su recorrido así como que la gente que estaba tras ella pudiera subir. Y ahí se montó la trifulca. Al ser extranjera salió el típico rollo del racismo. Unos que se la trataba así por eso, ser extranjera. Otros, apoyando al conductor. El tema es que, dado como se está llevando el tema, parece que lo que hay que hacer es apoyar al, supuestamente, más desfavorecido en lugar de luchar por aplicar las normas. Como dije arriba, no digo que no haya gente que mire por encima del hombro a gente de otras razas aunque sean de su misma nacionalidad. Pero tiene que haber de todo en una época en la que nos cansamos (dicho con el debido respeto) de oír lo de igualdad y respeto.
Aquí en Madrid, en algunos pasos de cebra, hay frases de gente conocida, creo. Una de ellas dice que la vida es sólo para valientes. Pero digo yo que también es para cobardes porque, si no los hay, ¿cómo se puede saber quién es valiente? Pues en ésto es lo mismo. ¿Cómo se puede saber quién respeta o quiere igualdad si no hay gente que no lo haga? En la variedad está el gusto y, en un país democrático como el nuestro, se pueden tener diferentes opiniones. Bueno, en todas partes se puede pero según sea el gobierno, puedes gritarlas y acabar en la cárcel o peor.
La verdad es que este artículo se me ocurrió después de leer el texto pero, por unas cosas o por otras, no lo había empezado hasta que he visto un vídeo que me han mandado por WhatsApp. En él se ve a una persona de color, con un aceptable nivel de español por lo que opino que es de aquí, en una plaza de Valencia y que quiere denunciar una muestra del racismo en España. Lo primero de lo que se queja es de una bar que se llama Bar Negrita. Le ofende. Lo siguiente, un bar que está al lado y que se llama Bar Negrito. Le ofende. Pero lo peor es cuando se dirige a la placa con el nombre de la plaza, que se llama Negrito. O del Negrito como le explican después. La imagen del vídeo está dividida en dos. El denunciante estaba en la parte de arriba y quien le responde en la de abajo. Lo primero que le dice es lo primero que se me ocurrió a mí. Esa plaza lleva ahí más tiempo que él. El sujeto que le responde se remonta a 1850 para hablar de la plaza. Todas las plazas, supongo, tienen un nombre oficial pero algunas tienen como una especie de mote. Tanto uno como el otro se basan en algo de la misma plaza. En este caso se debía a una fuente (la misma que estaba ahora) que tenía sobre ella una estatua que es una copia de la original. ¿Qué tiene ésto que ver? Pues el chico indica que la estatua estaba hecha de metal negro. De ahí el nombre. Así que no tiene nada que ver con el color de su piel. Para ponerle un ejemplo, le muestra el lugar donde está. Avenida Simón Bolívar al que se refiere como un genocida de españoles (no quería a ninguno vivo, según dice) aunque otros le califican como libertador Él estuvo en Colombia, en la casa donde vivió y no se le ocurrió empezar a despotricar contra él. Le dijo también que pecaba de inculto y que podría haber buscado en Google la razón del nombre.
No sé si será verdad ni una historia ni la otra ya que no he consultado nada. Ésta es mi opinión. Pero sí que tengo que decir que hay mucha gente que se aprovecha del tema del racismo para vivir de ella. A la señora del autobús ya la han visto protagonizando episodios como ése. Se queja de la actitud racista, pone denuncia, hay juicio y recibe indemnización por parte del supuesto racista. También puede valer el hecho de que haya gente que se empadrone en una ciudad para cobrar prestaciones por ser extranjero refugiado. No pasaría nada si no fuera porque viene sólo para cobrarlas y se vuelven a ir. O esas familias a las que les pagan casa con todos sus gastos, le proporcionar colegio gratis a los niños, comedor en el mismo aunque estén a cinco minutos de su casa, trabajo para el marido aparte de ayuda económica y comida. todo éso lo perderían si la mujer se pone a trabajar. También tengo que decir que ésto lo he oído más de una vez. Como los que van a las asociaciones caritativas y centros sociales para que les den comida en coche, todos con buen teléfono y luego venden lo que les dan o tiran lo que no les gusta.
Lo he dicho muchas veces, lo digo y lo seguiré diciendo. Vivimos en la época de los titulares. Nadie se preocupada de comprobar si lo que oye es cierto o no. Le da más credibilidad a quien lo dice.
Siempre he estado, estoy y estaré a favor de que se haga lo posible para que la gente que acude aquí para refugiarse sea atendida. Pero también ese nombre significa que llegará un momento en el que deje de serlo para volver a su país porque el problema que le hizo buscar refugio había terminado. ¿Quién va a reconstruir Siria una vez que termine la guerra? ¿Gente que venga de fuera? ¿Y qué pensarán los sirios que se han refugiado en otras partes? Éste es un ejemplo pero pasa con más países.
Atención, sí. Apoyo, sí. Refugio, sí. Aprovechamiento, no.
Llámenme facha. Me da igual.
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