29 noviembre 2017

Verdad desahuciada. Desahucio verdadero.

Hay gente que compra un algo. Ya sea por necesidad o por capricho, que hay de ambos. El problema puede surgir a la hora de pagar. Si se quiere y no de tiene, hay que pedir. Uno va al banco (salvo que tenga a un conocido que lo haga con lo que se quitan unos problemas pero surgen otros que pueden ser peores) y pide el dinero para comprar eso algo. Realmente, el banco no presta el dinero sino que paga ese algo. Y como lo ha pagado, es suyo. Pero de ha firmado un acuerdo por el que, a pesar de ser así, la finalidad es que ese algo sea del uso de ese alguien que irá pagando una cantidad periódica al banco hasta que todo el importr sea satisfecho. ¿Complicado de entender explicado así? Pues que quieren mis lectores que les diga. Bien explicado. Pero que sepas que ser, es. ¿Ser el qué? Retorcido. Pero hay algo que no puede tener más claridad que ésto. Si el alguien incumple el contrato firmado con el banco, éste se queda con el algo.
¿A qué viene ésto? Pues muy sencillo. Ayer entraron en Príncipe Pío, en el vagón en el que iba yo, cinco personas que iban a un desahucio. Buenos, dos. Por las conversaciones que mantenían, eran de los que iban a hacerse notar. De hecho, uno hablaba de un fulano que estaba preparando una nota de prensa. Que alguien pierda su casa (el algo) porque no puede pagarla es algo preocupante porque el alguien (en ambos casos eran familia con dos hijos) se ve con parte de su vida en la calle y, puede, sin sitio donde ir. Mi punto de vista no es que el banco sea malo por quitarle su vivienda a una familia, no. El banco es dueño de parte de ella ya que la familia habrá pagado parte. Eso es algo a tener en cuenta. A ver cuánta carne te va a vender el carnicero cuando ya van cuatro veces que te ha fiado. Pues ésto es lo mismo. El comprador es el comprador. La carne, la vivienda. El carnicero, el banco. Y el dinero es el dinero. Sin segundas intenciones. Es lo que es. Dos ejemplos llamativos. Pero la cosa es el porqué se llega a ésto. Vale, es claro. No se puede pagar. ¿Porqué? Porque no hay dinero que suele ser porque no se trabaja o se han acabado las ayudas. Llegado a este punto quiero comentar algo que decía uno de ellos hablando por teléfono con otro, y si lo entendí bien, y era relativo a que el Ayuntamiento no les había dado ayuda. Si es así, me hizo recordar algo que leí y oí hará como dos años, relativo a la labor judicial de la abuela. Órdenes de desahucios. Algo que no me he molestado en investigar por lo que no sé si es verdad. Pero, ¿y si sí? Si sí, es penoso que un Ayuntamiento responsable, ecológico y sostenible, haga eso.
Pero el tema principal, al que poca gente llegará porque a veces me enrollo mucho, es, realmente y de verdad, la razón de ese desahucio. Lo primero es investigar el contrato. Todo. Desde la primera letra hasta la última. Desde la primera coma hasta la última. Desde el primer punto al punto final. Incluso las fechas y las firmas. Y ver si alguien ha incumplido su parte. Uno, el otro, ambos o, puede ser, que ninguno. Si hay cuplables, que paguen. Y si no los hay, que negocien. ¿Le interesa a la familia una vivienda? Si. ¿Le interesa a una banco tener una casa vacía, de la que debe pagar los impuestos correspondientes, de la que puede que tenga que hacer obra y la tenga que poner a la venta por un precio más bajo? Seguramente no. Pues a negociar. Y así se arreglan las cosas. Porque no siempre hay un deshaucio con razones de peso. Pero en otras, lo que se desahucia son, precisamente, las razones.

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