13 enero 2009

Lo que cambian las cosas

Hay que ver como cambian las cosas de un año para otro. Salen las cifras del paro del año pasado y se ve que ha subido en un millón de personas en estos 366 días, uno más porque el año pasado fue bisiesto. Pero lo más gracioso del tema es que, hace más o menos un año, cuando mi gobierno, el gobierno de mi país, en medio de los primeros avisos de crisis mundial, pregonaba a los cuatro vientos que se estaba llegando al pleno empleo. Como cambia el cuento. Pero no se crean que ellos están preocupados. No. Saben que, al menos, tienen tres años más de contrato. Siempre y cuando su jefe no les eche (aunque les buscará otro acomodo, seguro) antes. O la gente que nombró a su jefe, decida cambiarlo. Tampoco preocupados porque, haciendo una media de parados por día, sale más baja que si la crisis hubiera llegado el año anterior. Claro, al haber un día más ............. Y también se están convirtiendo en unos maestros del "... y tú más ...", con sus diferentes versiones. Porqué preocuparnos por el paro si resulta que el índice de población activa marca que hay más gente trabajando que hace un año. ¿Y como se sentirían si ese número de currantes fuera un millón más que los que hay ahora? Mientras haya gente que trabaje, no faltará dinero para pagar los subsidios. Y como el caballo de batalla de este gobierno, mi gobierno, el gobierno de mi país es el gasto social, pues nada. A seguir. Eso sí, la gente no percibe el dinero por hijo que se prometió, se tarda en hacer las devoluciones de la Renta, ............. Se ha pasado de decir aquello de "... no hay que preocuparse porque estamos mejor que los demás ...." a " no hay que preocuparse porque los demás están peor que nosotros ...". Podría ser lo mismo, pero no lo es. Y no lo es porque mientras nosotros, nuestro gobierno, el gobierno de nuestro país (la cigarra) decíamos lo primero, esa gente que estaba peor que nosotros (la hormiga) se dedicaba a poner las medidas necesarias para empezar a capear el temporal. Y todo el mundo sabe como acaba la fábula. Lo que no sabemos es si la nuestra acabará igual. Por que lo normal es que la hormiga actual reparta entre sus hermanas lo que tiene y, si sobra y se avecinan buenos tiempos, reparta entre las cigarras. También me viene a la mente aquella frase que decía "Dale un pez y comerá un día. Dale una caña y enséñale a pescar y comerá todos los días". Hay mucha gente que no quiere aprender a pescar porque es menos cansado ir a que te den un pez. Lo malo es cuando el número de peces empieza a disminuir. En ese caso, el repartidor se encuentra en una difícil encrucijada. Tiene que mantener su idea de no dejar tirado a nadie, así como su imagen de que no pasa nada y de que se ayuda al que no tiene. El buen repartidor se empeñaría en enseñar a los gorrones mientras reparte medio pez o uno entero cada dos días. Pero como hay veces que es mejor como quedes de cara a la galería, uno se centra en lo de fuera y se deja un poco de lado lo de dentro.
Premios 20Blogs