25 marzo 2009

Todo cambia según quien cuente la historia.

Entre que no siempre me encuentro el 20 Minutos en mi trabajo, o que no lo he leído o no contaba nada de interés, hacía tiempo que no escribía sobre comentarios de ese insigne personaje llamado Manuel Saco. Con esa sonrisilla soncarrona y estúpida que dan ganas de quitársela a golpes, habla acerca de la supuesta facilidad que tiene el principal partido de la oposición para cambiar la Historia. Se supone que todo lo tiene que pasar por un, no menos supuesto, filtro fascistoide. Pero no se crean que da datos de ésto o lo otro, no. Sólo los da cuando hace referencias a la Biblia. Siempre se ha dicho que la historia la escriben los ganadores. Hasta cierto punto, es normal. ¿Quien hace los libros de Historia? Los que mandan. ¿Y quién manda? Los que ganaron. Lo malo de todo ésto es que, cuando los perdedores ganan, pueden reescribir la historia de nuevo. Y eso es malo para todos. Sobre todo para los que la estudian. Claro que todo se puede maquillar. Pero siempre aparece alguien neutral, que no tiene que ver ni con uno ni con otro, para contar las cosas como fueron o, por lo menos, como pudieron ser. Lo que al señor Saco se le escapa es que su jefe, ese pollo presidente del gobierno de mi país, ha querido hacer eso. Cambiar la historia una vez se convirtió (o le convirtieron) en ganador. ¿Acaso su famosa Ley de la Memoria Histórica no es una forma de reescribir la historia pero obviando lo que sus correligionarios o los de Llamazares?
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