12 febrero 2007

A Olegario

Olegario es un chaval joven que debió sufrir las burlas de sus compañeros de clases por el nombre. Y es que no hay pueblo que se precie que no tenga un Olegario. Además, es el típico nombre que en todos los chistes se le pone al más bruto del pueblo. La imagen de Olegario parece sacada de un reportaje sobre detenidos de kale borroka o de okupas, de los que ponen en el telediario. Olegario debería ser un chaval faeliz porque, supuestamente, trabaja en lo que le gusta (a menos que lo único que le guste sea el sueldo). Y tiene la suerte de vivir en un país donde se le permite decir lo que se le venga en gana. Bueno, todo no. Dado que tiene mucha querencia a abrir la boca, lo menos que le piden esque piense lo que dice. Pero claro, é, que debió de ir a colegio de pago, pensará que, como le preguntan, es de buiena educación contestar. El problema es que muchas veces no sabe lo que dice. La pena de Olegario es que es español, cosa que debe detestar, un independentista como él (no se si de derechas o de izquierdas, aunque eso me da lo mismo). Olegario debió nacer casi al mismo tiempo que nuestra democracia aunque parece que tiene una visión del mundo de hace cincuenta años. Por cierto, por si alguien no lo sabe, Olegario se apellida Presas y se dedica a llevar una camiseta del Barcelona con el número 23. En una época en la que la clase política se queja de que la juventud no se involucra en la política, llega este chico y lo hace. Su presidente, tan independentista como él, al menos tiene la decencia de llamarle al orden y decirle que una cosa es lo que haga y dicha referente a su trabajo y otra muy distinta, lo que haga fuera de él. Es malo juntar ambas cosas. Compara la actuación y la situación de un asesino que, no sólo no se ha arrepentido nunca , sino que ha celebrado los crímenes de sus compañeros, con las de cuatro cabezas de turco que, dudo mucho, tuvieran el valor de ejecutar las órdenes que daban a sus chapuceros secuaces. De entrada, el asesino les saca a los demás, al menos decena y media de inocentes muertos de ventaja. Olegario tiene la ventaja de que él puede hablar de política en su ciudad y en su comunidad autónoma (aunque le gustaría decir en su país), mientras los que han publicado su artículo (y supongo que traducido porque no creo que Olegario escriba en castellano), están rodeados de gente que no puede hacerlo por temor a que esos periodistas les señalen con el dedo para que otros "valientes" amigos suyos les quemen el coche, les destrocen su negocio o amenacen a su familia. Yo no voy a decirle a Olegario que no hable de política. Faltaría más. Sólo le digo que sus planteamientos de barrio, los deje para las charlas en el bar. Que deje la política a los profesionales y que él se centre en lo suyo. Que los políticos sólo juegan al fútbol en partidos benéficos. Aunque, visto lo visto, igual debería aprender de ellos algo. Seguro que alguno centra mejor que él.
Y para terminar, aplaudo a Kelme por retirarle el patrocinio. En bastantes escándalos deportivos se ha visto involucrada, siempre indirectamente, la marca como parque ahora la acusen de patrocinar a un proetarra.

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