15 noviembre 2017

Navidad.

Hoy no busco rebuscados títulos para el artículo. Hoy es, simple y llanamente, Navidad. Porque, aunque parezca raro, de eso va ésto. Cuando era pequeño, la Navidad empezaba el 21 de diciembre. Igual había ido con mis padres a ver cosas para poner en la carta a los Reyes Magos. Porque la noche del 24 al 25 sólo nacía Jesús. Lo de los regalos esa noche era cosa de Papa Noel y no era de aquí. Yo me preguntaba porque los niños de las series y de las películas no tenían Reyes. Como chico de ciencias (de pequeño me empezaron a gustar las matemáticas) pensé que habría alguna razón pero que ya la averiguaría cuando fuera mayor. Y así lo hice. Por desgracia, lo de los Reyes Magos se ha ido perdiendo. De hecho, cada vez se ven más Papas Noeles colgados de los balcones.
Pues bien, regresemos al 21. Tras la última clase de la tarde (17:30 o 18:00 según los cursos), uno ya pensaba en vacaciones, nevadas y, sobre todo, regalos. Y cenas con mucha gente en otras cosas. Y acostarte tarde. Y, según la edad, la primera copa de vino y champán. Por eso, aunque en un rojo menos intenso, también se marcaban los días de Nochevieja, Navidad y Nochevieja. Que no entendía muy bien eso del cambio de año tan celebrado con aquella cena, las uvas, el brindis y los besos y abrazos. Pero ese era un día especial porque te levantabas el 31 y te acostabas al día siguiente. Días llamativos. Aunque realmente, lo que esperabas era la mañana del 6 de enero cuando te levantabas como loco, antes de la hora incluso, para ponerte a abrir regalos. Igual no era lo que querías pero sí parecido. Los padres siempre tenían respuesta para esa pregunta: "Ésto no es lo que yo he pedido, ¿porqué no me lo han traído?". "No había para todos los niños", "Algunos lo pidieron antes", ... Y yo me lo creía. Mis padres siempre tenían razón y nunca se equivocaban. Me llevé una gran desilusión cuando me confirmaron que los Reyes, esos que veía en la Cabalgata, esos que eran capaces de estar en multitud de sitios a lavez porque eran magos, no existían. Y el mito de la Navidad que tenía, se esfumó.
Ahora había que cambiar el chip. Eso era una de las cosas que te hacían ver que eras mayor. Porque te decían que era un secreto. Ibas a disfrutar de las vacaciones de una manera diferente. Aunque fuera igual, pero eras mayor. Pero el tiempo pasa y nuestras tradiciones se van perdiendo a cambio de cultivar las extranjeras. Si es período de vacaciones, que es sinónimo de diversión, ¿porqué no dejar que los niños jueguen y se diviertan desde el primer día? Bueno, las vacaciones se tratan de eso. Antes, si queríamos divertirnos jugando con los juguetes antiguos o en la calle con amigos, primero había que hacer la ración de deberes correspondiente. Porque así las madres (amas de casa en su mayoría) podían hacer sus labores y, sobre todo, porque teníamos cinco ecaluaciones y la tercera caía a principios de febrero. Si no recuerdo mal. Ahora está mal eso de mandar deberes porque se satura a los niños. Sin comentarios. Pero teniendo en cuenta que la última semana de clases da la impresión de que no hacen nada, pues bueno. Pero el caso es que los regalos están la mañana del 25. Sin sorpresa en la mayoría de los casos y, a menos que sean consolas, tabletas u ordenadores, la forma de divertirse con ellos es hacer fotos y tuitearlas, instagramearlas, wasapearlas y/o feisbuquearlas.
Y aquí surge otro pero. Iba a hablar de las navidades de cuando era pequeño. Lo de los deberes me hacía, aparte de rápido y bien, buscar hacer más de lo que me correspondía. Así tendría más tiempo para jugar al día siguiente. Otra cosa que me llamaba la atención era como todo el mundo se quedaba mirando la tele fijamente el día 24 mientras un señor hablaba de cosas que no entendía. Pero sabía que, al terminar, empezaba la ceremonia de vestirnos para esperar a mi padre, salía de trabajar a las 10 de la noche, y cenábamos en casa de mis tíos. Y antes que se me olvide, contaré una anécdota de la cena de Nochevieja. En casa de mis abuelos tuve mi primera borrachera. No me acuerdo mucho pero me han contado que me puse muy contento después de que me dieran el chupete mojado en coñac. Nadie puede decir eso con 14 meses. Y llegaba el día de Reyes. Ese día en que, poco o mucho, el salón se llenaba de papeles. Y que llegara el día 7 para hablar con los compañeros de los regalos. Ay .... (suspiro)
Ahora, las Navidades las anuncia El Corte Inglés, después la colocación de las luces en las calles principales y el anuncio de la lotería. Luego, los reportajes sobre lo que suben los precios de los productos típicos, oír a la gente que siempre compra las cosas con tiempo (o sea, el 23), el discurso del Rey, los programas chorras, el de José Mota antes de las uvas, la fiesta y se acabó porque el día 2 hay que volver al tajo.
Navidades. Como todo, llegan, están y se van. Y a partir del 3, a pensar en Semana Santa. Que siempre hay una próxima fiesta. Así que vamos a ir calentando. Felices Fiestas.

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